sábado, 8 de diciembre de 2007

Porque mis preciados escritos aún están conmigo



¿No es reconfortante verlo?

Solo, sentado frente a la ventana, lágrimas de sangre están corriendo por mi rostro. A lo lejos, puedo oír el ir y venir de los automóviles que pasan por el asfalto mojado. Afuera llueve. Nadie está a mi lado. Las personas corren por la calle húmeda y solitaria, tratando de hallar resguardo a las frías y persistentes gotas de agua que inundan el vacío. Un vacío, que también se halla en mi alma desgarrada e imperfecta.

¿Cómo es posible que estés lejos de mí y no a mi lado? Deseo que pudieras demostrarme aunque sea sólo un poco de ese amor que guardas para alguien más. No tolero tu ausencia. Justo ahora desearía que estuvieras aquí. Sin embargo, sólo estás en mi mente, cada vez que respiro, cada vez que me muevo, sólo en mi mente. Para siempre.

Además, es sólo en mi mente que puedo hacerte daño. Quiero herirte; lastimarte; hacerte desear la muerte en toda su magnificencia. Hacerte sentir dolor, ese dolor que purifica el alma y tranquiliza el espíritu.

Pero... es sólo en mi mente que puedo hacerlo.

Sin embargo, cuando seas mía, podré tomar tus manos cálidas entre las mías, viéndote con asombro. Luego, con la mayor fuerza posible, romperé cada uno de tus dedos, oyéndote gritar de dolor cuando quieras escapar de mí. Y entre más te resistas, más dolor sentirás y me harás más feliz.
Después, cuando tus pequeñas y lindas manos hayan quedado inservibles por el resto de tu vida, las tomaré nuevamente, y con lo que me reste de fuerza, las apretaré contra mi pecho, disfrutando de tus sinceros gritos de dolor. Amo verte gritar, mi amor.

Tras haber hecho esto, me inclinaré frente a ti, y clavaré filosas agujas en tus bellas y bien torneadas piernas. Miraré con interés cómo la sangre corre por ellas, formando un silencioso y oscuro charco color rojo en el piso bajo nosotros. ¡No sabes cuánto lo deseo!

Acto seguido, te arrancaré la ropa y morderé tu piel tersa y suave, esa piel en donde podría permanecer toda la eternidad, descansando seguro de los peligros que me rodean. Y así, en nuestro nido de amor, seguiré mordiendo cada parte de ti: tu abdomen, tu espalda, tu pecho, tus brazos... tú completamente, pero sin tocar tu rostro angelical, ya que aún tengo planes para él.

Sobre las recién hechas heridas de mis dientes, cortaré las impuras venas de mis brazos, y mezclaré mi sangre con la tuya, en un intento de fusionarme contigo en un rictus de pasión y sufrimiento.

Mientras observo cómo mi propia sangre resbala hasta el piso, te abrazaré y te sujetaré como si ese momento fuera el último de nuestra fugaz existencia. Nuestros brazos sellarán el momento sublime, mientras tú y yo, completamente bañados en sangre, extenderemos nuestro amor hasta el extremo donde lo físico se vuelve superfluo e innecesario. Tú y yo estaremos unidos por más que carne y huesos: estaremos unidos por nuestro espíritu conjunto, que nos ayudará a superar cualquier dificultad que pudiésemos enfrentar. Lo físico ya no nos importará, mi amor, porque ¿Quién necesita un cuerpo limitado cuando se ha palpado la perfección del amor?

Juntos, aún abrazados, elevaremos nuestra alma más allá de los astros, y nos atreveremos a entrar a nuevas dimensiones extracorporales, haciendo que cada segundo se prolongue por una eternidad, de la que jamás querremos salir...

Y así, mientras compartimos nuestro amor, tomaré tu rostro firmemente, pero con delicadeza, para no manchar tu hermosura con mis inmundas manos. Luego llenaré tu rostro con mis incesantes y prohibidos besos hirientes, hasta que sepas con claridad cuánto te amo.

Lentamente, con mis manos desenredaré tu cabello, con la ternura con la que se trata a un recién nacido. Disfrutaré de cada uno de los detalles de tu ser, haciendo que tu respiración se acople con la mía y seamos capaces de recuperar el aliento.

Mientras hagamos esto, te miraré a esos ojos que poseen la luz que me falta, y te declararé mi amor; un amor que no puede ser descrito con palabras dignas de expresarlo. Sin embargo, te hablaré de él hasta que mis palabras te alcancen, y podamos permanecer juntos hasta que el cielo descienda sobre nosotros; y en un único y profundo beso, podamos desafiar a la voluntad de Dios...

Miénteme ahora y dime que esto es posible. Dime que tú y yo aún tenemos esperanzas. Imagínanos juntos e imagina todo lo que nos espera.

Ahora, guarda silencio e imagina que estamos juntos, en un abrazo eterno donde nuestras almas se unen en una sola. ¿No es reconfortante verlo?

En este instante, termino con mis ilusiones, diciéndote que te amo, que te necesito. Puedo verlo en tus ojos, puedo oírlo en tu voz. Realmente puedo sentir tu amor... Ahora te digo adiós, y sólo me queda terminar deseándote buena suerte. Mi destino está escrito con el cuchillo que tengo en la mano. Perdóname por todo lo que he hecho. Con mi sangre escribo este final...

Nerv

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